El capital intelectual perdido

Autor: Víctor Allende.

Nota: Esta entrada refleja la opinión de su autor. En ningún caso debe entenderse como la opinión formal de Secot-Álava.

Nos remite Víctor un artículo que ha publicado EL Comercio, diario asturiano, al presidente de Secot-Asturias. refleja su punto de vista respecto de la jubilación y podemos apreciar la alta sintonía con nuestro proyecto.

GUILLERMO DÍAZ BERMEJO PRESIDENTE DE SECOT ASTURIAS:

Los seniors contamos con la claridad de juicio propia de las experiencias académicas y laborales que hemos tenido en nuestra vida profesionalmente activa

Llama la atención la incoherencia de nuestra sociedad y de nuestro tejido empresarial, cuando por un lado, se proclama hasta la saciedad el valor del capital intelectual que representa el conjunto de activos intangibles más importantes de una organización, basado en el conocimiento y en la experiencia de los trabajadores maduros y experimentados, y, de modo simultáneo, se centran los esfuerzos en desprenderse prematuramente de esos activos experimentados, que es donde radica gran parte de ese capital intelectual.

Hay una realidad, cual es que España está siendo un país de jubilados y en el que, dentro de poco, los mayores de 65 años representaremos el 31% de la población. Y es aquí, en este estado de cosas, donde quiero reflexionar sobre el valor que atesoramos las personas que, finalizada nuestra vida laboral, la mayor parte de las veces de modo prematuro, tenemos unas capacidades y una experiencia profesional que, sin duda alguna, deberían de ser aprovechadas por la sociedad en que vivimos.

Las administraciones centrales y autonómicas, los ayuntamientos, las universidades, los centros de formación profesional y las organizaciones empresariales tendrían que esforzarse de verdad y no conformarse sólo con usar eslóganes sobre el envejecimiento activo, muy frecuentes ahora. Debería de hacerse notar el verdadero reconocimiento de los seniors dotados de juventud no tanto física sino vital y anímica, y dotados también de un dinamismo que no tiene por qué correlacionarse negativamente con la edad. Debería de reconocerse a estos seniors la sabiduría alcanzada con esfuerzo en toda una vida de formación académica, trabajo y dedicación. Debería de promocionarse, en definitiva, el uso del capital intelectual que atesoran.

Yo conozco muy bien a los seniors jubilados y prejubilados que colaboramos como voluntarios en la organización a la que pertenezco, Secot (Seniors Españoles para la Cooperación técnica), que nos comprometemos con una gran generosidad y espíritu altruista, que son las verdaderas notas distintivas de la aportación que hacemos a la sociedad. Nosotros, los seniors de Secot, hemos decidido que en el tiempo de ocio y descanso, al que legítimamente nos hemos hecho acreedores por nuestras vidas laborales que ya han concluido, tienen también cabida el apoyo, el asesoramiento y el consejo a quienes necesitan nuestra ayuda.

La jubilación nos llega inexorablemente a todos, queramos o no queramos, pero cada cual vive esta nueva situación de manera diferente. Hay quien llega a la jubilación como una especie de liberación que le permite dedicar sus energías a actividades que hasta ese momento le estaban vedadas. Hay otros que, en cambio, nos sentimos en ese momento en el que la sociedad y la empresa nos ha dado la espalda, que hemos sido postergados y arrinconados, como un trasto inútil al que todos ignoran. Pero la jubilación no debe convertirse en un problema, ni debe vivirse con tristeza con añoranza o con nostalgia. Es una nueva etapa que nos plantea un nuevo reto, que nos obliga a plantearnos un nuevo proyecto vital al que entregar nuestras energías. Cada uno tiene que descubrir su particular encaje en esta nueva situación. Tiene que escudriñar cuáles son sus fuerzas, sus debilidades, cuales son las oportunidades que cree que en ese momento existen, para acertar en la opción más adecuada.

Los seniors tenemos la claridad de juicio propia de las experiencias académicas y laborales que hemos vivido durante nuestra vida profesionalmente activa y eso, a mi juicio, nos da ‘autoridad moral’, autoridad que es un elemento clave del capital intelectual que, puede ser aprovechado por la sociedad en la que vivimos.

Así, por ejemplo, una vez que los alumnos han finalizado su formación académica y quieren incorporarse al mercado laboral, en la mayor parte de los casos se encuentran con dificultades para encontrar o conocer esas competencias que se exigen en las empresas y que no son explicadas en la enseñanza reglada, donde el guion de las materias está previamente definido. Y es precisamente aquí donde esos egresados pueden encontrar en nosotros, los seniors de Secot, ese consejo o asesoramiento que necesitan para incorporarse al mercado laboral o para emprender una actividad por cuenta propia, teniendo presente que el consejo o guía que demos no es enseñar, es ayudar a aprender.

Nosotros practicamos el ocio solidario y prestamos dedicación, tiempo y recursos para ayudar a otras personas de nuestro entorno. Pero se trata también de un ocio humanista en el que, ayudando a los demás, nos ayudamos a nosotros mismos en nuestro envejecimiento activo. En los voluntarios de Secot hay cantidades importantes de talento, de conocimientos, de experiencia y la mezcla de todo eso es lo que podemos llamar madurez profesional y aquí es donde está nuestro valor social que canalizamos a través de Secot.

Este valor social que tenemos, hay que aprovecharlo en beneficio de la propia sociedad. Pero es que, además, al tiempo que ayudamos a personas, desde nuestra perspectiva interna, mantenemos la autoestima y el equilibrio personal que necesitamos tras ser expulsados del mercado laboral. Y es aquí donde Secot adquiere una importancia singular.

Yo pediría a las administraciones públicas que busquen fórmulas para que nosotros, los jubilados que ejercemos el voluntariado, podamos seguir siendo útiles, habida cuenta de que tenemos una esperanza de vida más amplia, buenas condiciones físicas y, además, tenemos la ilusión de arrimar el hombro para ayudar al que lo necesita, sin que medie contraprestación económica alguna. Se dice que los jubilados ahora tenemos que dedicarnos al ocio, que ya tenemos ingresos suficientes y tenemos todo resuelto y esto es una excesiva simplificación. Aunque tengamos suficientes ingresos, si no hay autoestima, si no hay sentido de la utilidad, llegará la infelicidad y el envejecimiento prematuro, o sea que tenemos que animar, participar, colaborar en todo tipo de iniciativas, principalmente, por beneficio propio. Necesitamos seguir estando activos, en estado de alerta, seguir formándonos y descubriendo nuestros potenciales. Todo hasta el mismo día de la muerte. Tenemos capacidades ocultas infinitas.

Cuando los seniors de Secot adquirimos el compromiso personal de ayudar a emprendedores de modo totalmente altruista, estamos realizando una función social de gran utilidad y estamos ayudando a la creación de nuevos puestos de trabajo, pero lo más importante es que nos estamos ayudando a nosotros mismos evitando que se pierda el capital intelectual que poseemos.