La revista digital Geriatricarea, ha publicado Un artículo de Mª Consuelo Vázquez Ruiz de Larrea, socia de la Delegación SECOT (Seniors para la Cooperación Técnica) de Álava
(Nota: Este artículo refleja la opinión de la autora. En ningún caso debe entenderse como el sentir formal de Secot-Álava.)
En la mayoría de los países considerados como desarrollados es una realidad evidente que nos encaminamos hacia una sociedad constituida por un gran porcentaje de personas mayores. La pirámide de población en estos momentos se ha invertido, se aprecia poca población joven y muchos ancianos. Esto está obligando a todos los estados a tomar medidas que ayuden a paliar la dificultad de atender cada vez más y mejor a personas que se jubilan y dejan de trabajar y que, además, van a vivir muchos años debido a una mejor atención sociosanitaria, adelantos científicos, más elevado nivel cultural, mejor situación económica, etc.
La jubilación no se considera en la actualidad como el fin de la vida, al contrario, las personas que en estos momentos están llegando a abandonar la vida profesional están en condiciones muy diferentes de cómo se encontraban a la misma edad en las generaciones anteriores. Hoy nuestros mayores expresan tener buena salud, un nivel educativo superior, más posibilidades de vida social y de participación ciudadana.
Es una constante que la mayoría de las personas estructuran su vida siguiendo los principios que les han guiado hasta este momento. Se debe tener en cuenta que se jubilan del trabajo y no de la vida. Se comienza una nueva etapa interesante que es necesario llenarla al máximo con actividades variadas. Es un tiempo para vivir diferente, hay que reinventarse de nuevo, crear un proyecto de vida distinto y no acomodarse a no hacer nada.
En nuestra sociedad predomina un concepto clave que todo individuo ha de tener en cuenta en todas las etapas de la vida y que también se aplica a esta, que es la adaptación. Resulta también de suma importancia el contexto social y sobre todo la actitud personal de cada uno.
Algunos investigadores y estudiosos del tema opinan que la adaptación puede durar entre seis meses y un año para poder ajustarse bien a esta nueva etapa. Es imprescindible que se programen actividades nuevas, tener rutinas diarias, disponer de un plan, un proyecto a realizar y poner pasión motivación para activarse.La jubilación supone una etapa de cambio de hábitos y de comportamientos, se deben de realizar actividades variadas y ser personas activas y selectivas. Supone también un proceso de ajuste que precisa tener expectativas positivas; puede ser un tiempo de gozo o de hastío, positivo o negativo, que dependerá de cómo lo entienda y perciba cada uno.
Se necesita evitar las posturas negativas, el estrés emocional, la pérdida de autoestima, la depresión, la soledad, el aislamiento y no tener un sentimiento de desenganche. Por el contario, se deben adoptar posturas positivas, estar dispuestos a aprender constantemente, a sentirse útil, a realizar actividades que contribuyan a autorrealizarse.
Jubilarse implica disponer de mucho tiempo libre que hasta ese momento no se tenía, pero la población que se jubila ¿sabe o está preparada para estructurar y organizar el tiempo libre de forma que sea satisfactorio y que desarrolle su vida adecuadamente?
Ese tiempo libre supone un reto personal para que se pueda disfrutar, para incrementar las relaciones sociales y poder a la vez comprometerse con las actividades que gusten y que no hemos podido realizarlas hasta ahora. Se debe aprender a vivir con este tiempo libre que nos produce la jubilación, para ello tendremos que ir preparándonos, educándonos, informarnos y formándonos de cara a poder planificarnos y organizarnos cuanto antes para buscar la mejor satisfacción personal.
A continuación se ofrecen unas sugerencias prácticas de actividades que se pueden hacer para que cada persona pueda vivenciar una jubilación activa.
Se sabe por la Psicología que cada individuo es una unidad global, integrada por los tres ámbitos del desarrollo: lo físico, lo psíquico y lo social y que por lo tanto habrá que pensar en acciones o actividades que tengan en cuenta estos aspectos.
Dentro del ámbito físico, además de los cuidados médicos y de salud adecuados, es de imperiosa importancia la realización diaria del ejercicio físico de cualquier tipo: aeróbico, andar a pie o en bicicleta, correr, bailar, nadar, hacer taichí o gimnasia de mantenimiento, algún deporte, etc. Con la edad se tiene tendencia a moverse menos, lo que puede acarrear más enfermedades de todo tipo, problemas en el metabolismo, dependencia y menos años de vida.
Los especialistas en el tema hablan de la necesidad de realizar una actividad moderada o ligera que oscile alrededor de 150 minutos diarios. El ejercicio físico estará adaptado a cada persona y será adecuado a la edad para producir los beneficios físicos, cognitivos y sociales deseados.
El ejercicio físico ayuda a mejorar el sistema inmunitario, circulatorio, respiratorio, muscular, a enfermarse menos, a tener menos dolor, etc. Como norma general no se debe estar más de dos horas sentados sin moverse. La actividad física debe ser sistemática, progresiva, consciente, voluntaria y divertida, además de adecuada a cada uno y se aconseja ejercitar todas las partes del cuerpo.
También ayuda a mejorar el desarrollo cognitivo y mental, ya que contribuye a mantener y/o facilitar la memoria, la atención, la agilidad mental, incrementa la autoestima y el sentirse útil a la vez que produce más satisfacción y alegría. Los especialistas opinan que puede contribuir a retardar la demencia y otros deterioros cognitivos.
En lo que respecta al desarrollo socio-afectivo, también incrementa nuestra sociabilidad y las relaciones, sobre todo cuando realizamos actividades grupales. Hay actividades y ejercicios para cada persona y para cada edad de forma que se mantenga la capacidad funcional. Junto al ejercicio físico debemos de tener en cuenta la alimentación adecuada y el descanso reparador.
En lo que se refiere al ámbito psíquico, se debe hacer hincapié en todo lo que abarca el aspecto del mantenimiento del área cognitivo-intelectual. Se pueden encontrar fácilmente programas de los distintos aspectos relacionados con este campo. Entre ellos tenemos los que se refieren a: la estimulación cognitiva y el razonamiento lógico, así como el mantenimiento de la memoria, del lenguaje -tanto oral como escrito-, de la atención y de las distintas percepciones multisensoriales (auditivas, visuales, olfativas, gustativas y táctiles).
Se pueden realizar ejercicios de lectura diaria de libros, periódicos y revistas. Tareas de operaciones de cálculo, escribir, rellenar crucigramas, sudocus, resolver adivinanzas, recordar poesías, refranes y textos, completar palabras, buscar entre líneas, pasatiempos varios, aprendizaje de idiomas y de las nuevas tecnologías, anagramas.
El último aspecto y no el menos importante corresponde al ámbito socio-afectivo. El fomentar las relaciones familiares, con los amigos, vecinos o grupos diferentes de actividades que cada uno elige, desarrollan este campo y además producen un bienestar personal indiscutible.
En el momento que acontece la jubilación, al tener menos responsabilidades y obligaciones, se produce una nueva relación, sobre todo con la pareja y con la familia. En algunos casos se puede tiene una relación asincrónica, en el sentido que la jubilación llega en distinto momento para cada miembro de la pareja. Si esto ocurre hay que plantearse y rediseñar una nueva situación de la relación, ajustando el nuevo rol personal que le toca representar a cada uno.
La relación experimenta aquí cambios importantes que hay que asumir. Se deberá aprender a convivir juntos de forma diferente. Hay que construir otra vez una nueva vida juntos. Es necesario dedicar al cónyuge el mayor tiempo posible, compartir y renegociar las actividades caseras y demás responsabilidades. En general a los varones les resulta más difícil ajustarse a este nuevo rol, debido a que su trabajo generalmente ha sido realizado fuera de casa y ahora están más tiempo dentro.
Muy importante es la relación con el resto de la familia y en particular con los nietos. A éstos se les ofrece ayuda y experiencias, se les otorga más tiempo, afecto, disposición, economía, transmisión de valores, sabiduría, etc. La relación intergeneracional es muy enriquecedora para abuelos y nietos.
Es necesario incrementar el tiempo dedicado a la familia, ya que aporta soporte emocional y compañía. Señalar que se debe participar en los cuidados de distintos familiares de forma más proporcional entre hombres y mujeres. Es recomendable que cada cónyuge tenga un tiempo personal diferenciado para sus gustos y actividades propias.
Además de todo lo aquí expuesto hay un aspecto que se tienen que tener en cuenta, es el referente a la participación ciudadana para fomentar la jubilación activa de nuestros mayores. En estos momentos de grandes cambios sociales es evidente que las personas mayores participan más activamente y cada vez más en asociaciones varias (sociales, culturales, políticas), movimientos ciudadanos, vecinales, voluntariado, etc.
La participación social es hoy una opción necesaria para seguir aportando a la sociedad de la que se forma parte, experiencias, conocimientos y visiones complementarias, de manera que se revierta en los demás lo que la sociedad ha proporcionado antes a los mayores.
Aportar ayuda a aquellos que tienen necesidades, es una acción solidaria, útil y valiosa, que implica vivir activamente y produce beneficios tanto para el que ofrece como para el que recibe. Si se quiere mejorar la sociedad en la que vivimos tenemos que implicarnos a cualquier edad, no se puede excluir a los mayores.
Es preciso dar un nuevo paso para hacer más real el valor de la vejez y de su experiencia como recurso eficiente para la comunidad. Se debe enriquecer esta nueva etapa en la que se dispone de mucho tiempo libre. La participación será consciente y comprometida tanto en el beneficio propio como siendo agentes de cambio y transformación social.
A modo de resumen final, si con todo lo expresado aquí aún no se sabe qué hacer con nuestra jubilación, podemos ayudar a los demás, participando en alguna organización del Tercer Sector, asociaciones, fundaciones, ONGs u otras actuaciones relacionadas con el carácter social y/o político, lúdicas, culturales, deportivas y/o cívicas en el entorno comunitario. Siempre habrá una posibilidad abierta que motive a intervenir y tomar parte activa en algún tipo de acciones cívicas orientadas a la transformación y a la mejora de la comunidad y de la sociedad en general.
“Vivir participando” implica una serie de consecuencias positivas en la jubilación activa, tanto a nivel individual como social. Se debe emplear el tiempo libre en lo que nos gusta, porque eso es para lo que tenemos facilidad. Lo importante es elegir lo que nos haga seguir creciendo como personas.