Un artículo de nuestra senior M.ª Consuelo Vázquez Ruiz de Larrea
El Alzheimer es una de las demencias neurodegenerativas más frecuentes además de una enfermedad social con gran implicación económica y emotiva. Es degenerativa, asociada a la pérdida de memoria y cuenta con graves alteraciones conductuales o de comportamiento y de los sentimientos o emociones.
Esta enfermedad afecta a muchas personas, jóvenes y mayores, solamente uno de cada cuatro está diagnosticado. Se puede llegar a considerar como una “pandemia del siglo XXI”, ya que su aparición va a ser muy alta en los años venideros.
Es una enfermedad degenerativa cerebral, progresiva e irreversible, que daña lentamente y destruye las células del cerebro, siendo sus síntomas más conocidos: la pérdida de la capacidad intelectual y funcional a lo largo de todo su proceso de desarrollo.
Es imprescindible ver señales de alarma y estar atento a cualquier cambio extraño en las personas porque siempre se puede hacer algo por ellas: acudir al médico lo más pronto posible. De hecho, puede llegar a ser la primera causa de muerte. La prevalencia de la enfermedad es de 8% o 9% entre los mayores de 65 años.
Concepto de demencia
La demencia es un síndrome geriátrico adquirido a lo largo de la vida (conjunto de signos y síntomas que se presentan simultáneamente y caracterizan esta enfermedad). Es de naturaleza orgánica, ya que su órgano-el cerebro- presenta lesiones visibles en su estructura organizativa.
Una característica evidente es que, se produce un deterioro permanente de la memoria y de todas las funciones intelectuales o cognitivas como: la ralentificación en la información, escasa atención y reacción a estímulos, alteración de los sistemas sensoriales y en la orientación espacio-temporal, menos fluidez verbal hasta llegar en las últimas etapas de la enfermedad a perder el lenguaje totalmente, dificultad para aprender algo nuevo, problemas en el razonamiento y en el manejo del dinero, entre otras.
A todo esto, hay que unir cambios comportamentales y/o conductuales que suelen ser graves sobre todo al comienzo de la enfermedad, manifestando sobre todo signos de agresividad y revelión. Los trastornos de conducta son frecuentes haciendo difícil el cuidado de estas personas. Igualmente los problemas psicológicos son muy evidentes.
El ámbito afectivo-emocional es el que mejor se conserva, manteniéndolo a pesar de su deterioro permanente y de su fragilidad. El aislamiento social ayuda a lograr incluso mayor deterioro. Por todo lo expuesto, es un hecho que afecta negativamente a la realización de las actividades cotidianas y básicas de la vida diaria de la persona y a todo su entorno, fundamentalmente a su familia.
El cerebro y demencia
Estudiar el cerebro de esta enfermedad es básico, ya que en él está el origen de la patología de cada paciente que la sufre. Sabemos que el cerebro es el órgano que regula todas nuestras funciones vitales: emociones, pensamientos, conductas y nuestra relación con el exterior.
Además, coordina los movimientos, conserva los recuerdos, procesa la información, mantiene la memoria, ayuda en el aprendizaje, configura la personalidad y la historia personal de la vida de cada individuo.
Su estructura básica está formado por las células cerebrales (neuronas) y los vasos sanguíneos, que ayudan en su buen funcionamiento.
En el cerebro de estas personas, se acumulan residuos, proteínas, placas seniles que alteran la conexión entre las neuronas. Se produce una pérdida neuronal de las dendritas y del volumen del cerebro, lo que origina varios cambios: fisiológicos, conductuales y emocionales significativos. Dos de los signos más evidentes son: los ovillos neurofibrilares y las placas amiloides.
Todas las actividades que sean estimulantes son beneficiosas para el cerebro. En el día a día tenemos la oportunidad de realizar actividades que ayuden a ralentizar el deterioro cognitivo.
Causas de degeneración cerebral
El cerebro se degenera y funciona de forma anormal por dos causas fundamentalmente:
- Se produce un depósito de proteínas anormales, es decir, distintas proteínas anómalas se posan en el cerebro, impidiendo que funcione adecuadamente. Y se originan daños en la actividad cerebral, que impiden el aporte tan importante de oxígeno y de nutrientes imprescindible para el metabolismo cerebral.
- Como consecuencia de ello, hay una disminución del número de neuronas y sus conexiones, por lo que las capacidades cognitivas van disminuyendo paulatinamente.
Factores de riesgo que presdisponen al Alzheimer
Esta demencia puede afectar a cualquier persona. No es importante el nivel socioeconómico, cultural, país, raza, etnia, etc. y sobre todo, está apareciendo en edades cada vez más tempranas. La edad, es sin duda la causa principal y un factor básico de riesgo, ya que cuantos más años se cumplen, más posibilidades hay de desarrollarla. La mayoría de las demencias son tardías.
La historia familiar, la genética también influye, hay más probabilidades de desarrollar la demencia, si existen casos de familiares de primer grado. Aunque también se origina sin tener ninguna herencia. En cuanto al género, aparece más en las mujeres, sobre todo a partir de los 80 años, es una realidad que ellas viven más.
Se pueden añadir otros: las personas son Síndrome de Down son más propensas, así como las que acusan un traumatismo cerebral con pérdida de conciencia prolongada y las que presentan riesgo de enfermedades cardio-vasculares.
Se señalan también factores como: la educación recibida, la toxicidad, la diabetes, la hipertensión, la soledad, la contaminación ambiental del aire, los contactos con productos químicos, el alcohol, el fumar, el sedentarismo, etc.
Se constata en estos pacientes: pérdidas auditivas y niveles altos de colesterol LDL. Inflamaciones derivadas de una alimentación poco saludable. La proteína en la saliva baja, entre 3 o 4, cuando lo normal es 5 o 6 o más. Las personas muy sanas llegan hasta 10.
En los análisis de sangre igualmente se establecen bajos niveles de proteínas. También la enfermedad es más propensa a las infecciones.
Dormir poco es significativo, menos de 5 horas puede desarrollar la demencia. Se debe descansar entre 6 o 7 horas como mínimo.
Sintomatología más generalizada
Los síntomas más evidentes varían mucho en función en qué etapa de la evolución se encuentre la persona: al principio, en medio de la enfermedad o al final, o lo que se denomina estadios leves, moderados o graves.
Podemos resumirlos en: pérdida de memoria sobre todo reciente, la de corto plazo, se acuerdan más de la antigua la de largo plazo y, en general, manifiestan dificultades para realizar actividades básicas de la vida diaria (ABVD) y ,sobre todo, expresan evidentes cambios abruptos de la personalidad, volviéndose más irritables e introvertidos.
Manifiestan dificultades para encontrar las palabras adecuadas, que son sustituidas por lo que significan. Desconocen el día, mes, estación en la que viven y están desorientados en el espacio y en el tiempo. No pueden ir solos por la ciudad, se pierden, a no ser que tengan alguna ayuda técnica.
Insensatez de juicios, razonamientos, falta de sentido común. La abstracción está aminorada. Pueden perder objetos o colocarlos en sitios que no son habituales. La alteración cognitiva es la demencia más prevalente ya que supone el 60% o el 70% de todos los casos.
Y, sobre todo, exteriorizan varios cambios de humor, de conducta y de personalidad, sus comportamientos son inapropiados. A veces sufren alucinaciones y visiones traumáticas. No siempre hay una pérdida evidente de memoria y si una alteración conductual. En general escasa coordinación de movimientos. Su andar es característico arrastrando los pies.
Todo ello produce en consecuencia un grave problema a nivel personal, familiar, laboral, económico, de salud y social. Es una enfermedad invalidante que implica mucho sufrimiento.
Estrategias de prevención
La prevención es hoy el objetivo más importante. Podemos recomendar aquí lo mismo que se desea para toda la población en general, que es lograr un “envejecimiento activo y saludable”. Si conseguimos lo más precozmente este propósito, mejorará también la calidad de vida de estas personas.
Realizar una actividad física regular, adaptable a las peculiaridades de cada uno, empezando por lo más sencillo que es caminar cada día, ademas de ejercicios de fuerza muscular y equilibrio, para evitar las caídas y fracturas. Andar rápido, subir y bajar escalas. Con 15 o 20 minutos al día sería aceptable. La clave es hacer una vida sana, controlar la tensión arterial, no fumar…
Alimentación equilibrada y saludable, dieta equilibrada y variada, a poder ser la mediterránea, con pocas calorías, que tenga buen aspecto y gusto. Evitar el azúcar, productos ultraprocesados, carnes rojas, grasas saturadas, no beber ni tomar alcohol, etc.
Intensificar la escasa reserva cognitiva que les queda, haciendo ejercicios fáciles de lectura y escritura. La estimulación cognitiva es imprescindible, todo el contexto que le rodea debe contribuir a ello. Desarrollar operaciones lógico-matemáticas simples en la medida de sus posibilidades y fundamentalmente, ejercicios de entretenimiento.
Favorecer la convivencia y las relaciones sociales, en la medida de sus características personales, evitando el aislamiento. El contacto con la naturaleza, parques, jardines, les otorga paz, sosiego y tranquilidad. Lo que no es fácil controlar son los factores ambientales. Está demostrado que la contaminación eleva el riesgo de padecer la enfermedad. Igualmente la contaminación lumínica y , especialmente, la exposición a la luz durante la noche, puede provocar una prevalencia mayor.
Diagnóstico
Para poder identificar a todos los pacientes afectados, es imprescindible, realizar un buen diagnóstico fiable, precisando una intervención multidisciplinar. El diagnóstico clínico consiste principalmente: en la realización de una historia personal clínica y de una exploración neurológica, acompañada de una imagen cerebral. Además de pruebas metabólicas, análisis de sangre, de saliva, etc.
Existen, entre otras, dos vías de diagnóstico: los biomarcadores que suponen una punción lumbar para examinar el líquido cefalorraquídeo y la neuroimagen o resonancia magnética. El diagnóstico precoz es el paso necesario para lograr un buen tratamiento. Su diagnóstico nunca es sencillo, ya que afecta a una variada población, pudiendo confundirse con una “pandemia interiorizada”.
Se recomienda, que si hay pérdidas acusadas de memoria, es imprescindible acudir cuanto antes al especialista para descartar la existencia de la patología, ya que no es igual tener Alzheimer a los 60 que a los 90 años. Si se selecciona precozmente a los pacientes, se puede retrasar su aparición.
La enfermedad supone un envejecimiento prematuro. Afecta alrededor de los 55-60 años, y va incrementándose su incidencia y prevalencia a medida que se cumple más edad. La acumulación de placas beta amiloide y ovillos neurofibrilares, empieza muy temprano y los primeros síntomas clínicos que se conocen son: la pérdida de memoria reciente, tendencia a repeticiones constantes y olvidos frecuentes.
Se puede aplicar a los pacientes un tratamiento de estimulación eléctrica percutánea, estando indicado, sobre todo, en los estadios iniciales, cuando existe un deterioro cognitivo leve. Esta es una técnica no invasiva, económica, no tiene efectos secundarios y produce mejoría.
Tratamiento
La persona con Alzheimer precisa un tratamiento integrado que debe incluir los ámbitos: clínicos, funcionales, cognitivos, conductuales, afectivos y sociales, por lo tanto, hay que intervenir en todos estos aspectos de forma holística.
En la actualidad no hay tratamiento curativo para esta enfermedad, precisándose largos cuidados específicos. Es imprescindible saber inicialmente de qué tipo de demencia se trata, para establecer el tratamiento adecuado. Las familias contribuyen, con el mayor apoyo y ayuda posible, lo que en muchas ocasiones supone un gran desgaste físico y psíquico. Se debe contar desde el principio con una orientación médica precisa, la conexión sociosanitaria es imprescindible.
El tratamiento es fundamentalmente paliativo y está dirigido a mejorar la calidad de vida del paciente de Alzheimer y de su familia, a frenar el progresivo incremento de la enfermedad, a tratar las patologías que concurren a la vez, a intentar aminorar las alteraciones conductuales y/o de comportamiento, a estimular las capacidades cognitivas presentes y a aminorar la gran carga emocional y asistencial que presenta la persona cuidadora. Además, hay fármacos que ayudan solo a frenar la enfermedad pero en la actualidad se está investigando en crear nuevos medicamentos.
Aportes actuales de investigación en Álava
En Vitoria-Gasteiz, el profesor y catedrático de Farmacia de la UPV/EHU, Gorka Orive, está desarrollando a través de la empresa biotecnológica Geroa Diagnostics, un “Biomarcador en Saliva”, para facilitar el diagnóstico temprano del Azheimer. A la vez, se está investigando con otros centros de investigación, en algunos países latinoamericanos, como Colombia, y los resultados, por el momento, son halagüeños. Confiemos, que en lo más pronto posible, este hallazgo sea aprobado médicamente y mejore el diagnóstico y el tratamiento precoz de esta enfermedad tan vulnerable.
Manifiesto de Declaración de Peticiones
El día 21 de septiembre se celebró el día mundial del Alzheimer. La Asociación AFARABA de Álava de Alzheimer y otras Demencias, difundió este manifiesto para que todas las instituciones tanto, públicas como privadas, el estado, las administraciones autonómicas y locales, así como la sociedad en general, contribuyan a paliar el sufrimiento de esta demencia.
La proclama coincide con una exigencia de la Confederación Española de Alzheimer y otras Demencias (CEAFA), para este año 2024. En primer lugar, se pide el reconocimiento de la “singularidad y especificidad” del Alzheimer y la Demencia, ya que “hasta ahora se ha diluido la verdadera importancia y dimensión” de estas dolencias.
En segundo lugar, se exige el derecho a obtener “un diagnóstico temprano y certero”, que permita “afrontar la enfermedad junto con la familia, tomar decisiones y planificar el futuro”, ya que hasta la fecha este derecho está “siendo vulnerado”, porque o es “tardío” o hay “infradiagnóstico”.
En tercer lugar, reivindicar el reconocimiento del derecho a recibir tratamientos actuales y futuros, con terapias farmacológicos y no farmacológicas, y poder incluirlos en la cartera de servicios del Sistema Vasco de Salud, para que ser tratado “deje de ser algo de privilegiados”.
En cuarto lugar, “rehacer en su totalidad” la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia, para adaptar sus recursos a las necesidades específicas de las personas con Alzheimer u otras demencias, que son el 60% de los dependientes del Estado. Esa reforma legal debería “eliminar los plazos” para ser valorado como dependiente.
Y, por último, “actuar ya”, considerando a la red asociativa un “aliado privilegiado” en esa lucha contra el Alzheimer y en la promoción de la calidad de vida de las personas afectadas.
Además, la Viceconsejera de Políticas Sociales del Gobierno Vasco, comentó que en esta nueva legislatura el Ejecutivo Vasco trabajará en un estatuto de las personas cuidadoras “tanto formales como informales, lo que va a ser un avance en derechos y reconocimientos”.
Así mismo, anunció, que se buscará “una nueva estrategia que reconozca la necesaria labor del Voluntariado, para seguir teniendo un país solidario y cohesionado”.
“El abordaje del Alzheimer es uno de los retos principales de la Sanidad Pública y de los Servicios Sociales”. Aunque queda mucho por hacer desde la investigación y detección precoz, así como del imprescindible trabajo de atención primaria y de los especialistas. No hay que olvidarse tampoco de la necesaria labor social y comunitaria. Y , del apoyo a las familias cuidadoras que tanto hacen por atender esta enfermedad con el mayor esfuerzo y cariño posible.
Se deben intensificar los programas de Estimulación Cognitiva y de los Cuidados Específicos, ya que buscan mejorar la calidad de vida saludable, la esperanza de salud cerebral y una investigación ilusionante que llegue a tiempo para tod@s.
Finalmente, agradecer a todas las asociaciones, instituciones, fundaciones, equipos médicos de investigación, diagnósticos, tratamientos, a las familias, voluntarios, medios de comunicación y ciudadanía en particular que se interesan por hacer más visible y conocer mejor el Alzheimer.