Fuente: El Confidencial
Javier Melguizo
Al finalizar una carrera laboral, queda mucha experiencia que aprovechar. Hablamos con varios jubilados que de forma altruista transmiten sus conocimientos a los más jóvenes.
Voluntariado de Asesoramiento Empresarial
Hay muchos jubilados que todavía mantienen el afán por ofrecer su experiencia. Y lo hacen con la misma pasión que emplearon durante sus décadas de trabajo. Por ejemplo, desde Senior Españoles para la Cooperación Técnica (SECOT) en todas sus delegaciones organizan un voluntariado de Asesoramiento Empresarial con un objetivo claro: que los mayores transmitan su talento y conocimientos a los jóvenes emprendedores.
Es el caso de Jorge Pérez de Heredia, vitoriano de 63 años, que estuvo trabajando durante tres décadas en un concesionario y ahora lleva tres años tutorizando a jóvenes con la cabeza llena de sueños y pájaros a partes iguales. Su intención es conseguir que ese puzzle encaje. «Nos hemos empapado de las nuevas técnicas de emprendimiento», asegura a este medio antes de iluminar la entrevista con una breve clase sobre el «Ikigai’, un concepto japonés que, aunque no tiene traducción literal, viene a significar «tú razón de ser«. Lo utiliza en los proyectos de sus tutelados para intentar encontrar el punto medio entre afición, capacidad, conocimientos, habilidad y necesidad de la sociedad. «Te mantienes vivo y, además, eres útil para la sociedad«, apunta.
En su opinión, «la mejor manera de terminar de trabajar es seguir teniendo actividad», una mentalidad que le llevó a apuntarse a SECOT y a la Cruz Roja. A través de estas organizaciones asegura que mantiene una vida ocupada, «mientras que mucha gente espera no hacer nada cuando se jubila«.
Eso sí, sin las tensiones y el estrés de la vida laboral, porque organiza sus tutorías respetando lo que ha bautizado como «la teoría del 25%«. Es decir, desde la asociación se intenta que nadie dedique más del 25% de su tiempo libre, entendiéndose que los jubilados están ocupados en viajes, excursiones culturales e inquietudes de cada uno.
De esta manera, trata de concentrar todas las tutorías de la semana en una mañana, algunas de forma presencial y otras vía «online». Al otro lado de la mesa o de la pantalla se encuentra con emprendedores que al principio están algo reticentes, pero rápidamente se dan cuenta del valor que los jubilados pueden aportar a su empresa. Así le ocurrió a Daniel Galán, que no tiene a Jorge como tutor, pero a través del programa Explorer impulsado por Banco Santander cuenta con la mentorización de otros dos jubilados de SECOT/ÁLAVA.
Daniel tiene entre manos una «plataforma para la gestión de quejas con aerolíneas«. Como su proyecto tiene una gran base tecnológica, reconoce que al principio le chocó un poco tener un tutor jubilado, pero pronto cambió de idea. «Al conocerlos te das cuenta de que llevan toda «la vida trabajando» y siempre aportan algo, te ayudan a pensar diferente o ver las cosas desde otra perspectiva. Es una gran ayuda que a nosotros nos ha venido muy bien para diversificar el negocio», remarca. De hecho, fueron ellos quienes les abrieron los ojos para no centrarse únicamente en particulares y ampliar su público objetivo a empresas y agencias internacionales.