Fuente: La Vanguardia
«Nunca nada para nosotros sin nosotros«
Cristina Sen se hace eco en La Vanguardia del impacto de la llegada a la edad de 65 años de lo baby boomers, la generación de los nacidos en la segunda mitad de los 50 y los 60, los primeros llegarán a los 65 años en 2020; años en que el número de nacimientos fue significativamente mayor que en los años anteriores. Esta generación conoció el desarrollismo económico del siglo pasado y unos cambios sociales importantes, después de la oscura mitad del siglo XX, con sus dos guerras mundiales, y crisis sociales y económicas de consideración. Recogemos algunos de los comentarios de Cristina Sen.
“Los baby boomers se preparan para una tercera vida, no para la tercera edad”. Una tercera vida impregnada de todo lo que han aprendido y han conquistado en una generación amplia y llena que ha crecido empujando la cultura de la emancipación. Los largos años de vida que sobre el papel les quedan por delante con una longevidad que se ha ampliado los sitúa ante un nuevo y gran reto: son los que dinamitarán las barreras y la concepción de la edad.
La reflexión la realiza Michèle Delaunay, ex ministra delegada en Francia para las Personas Mayores, que acaba de publicar el libro Le fabuleux destin des baby-boomers, donde reflexiona sobre el impacto de la generación de los boomers, los que hoy empiezan a llegar al “campo de la edad” y lo van a hacer en masa en los próximos años. Delaunay dice:
Veinte millones de franceses que fueron la generación de la natalidad y ahora van a ser la generación de la longevidad, y ésta es la gran novedad para ellos y para toda la sociedad. Un reto que ha de pasar, señala la autora, por un cambio “en la mirada sobre la edad” y la llegada de unos modos de vida diferentes. Por la aparición de nuevos sectores económicos, la necesidad de reformas estructurales, un cambio también del lenguaje y de la imagen.
“La identidad de nuestra generación –escribe– no es tanto lo que ha vivido sino lo que ha de vivir y representar en el mañana”. Al lado de esta revolución, señala la ex ministra, “la del 68 es sólo una modesta sesión de entreno”. El ensayo se adentra en cada uno de los aspectos de esta “tercera vida” recorriéndolos con algunos hilos principales. El de la libertad es fundamental porque es un elemento característico de una generación que ha luchado por el avance de los derechos sociales y por la igualdad entre mujeres y hombres.
Los boomers van a ejercer su libertad y romperán con un concepto de la edad anclado en el siglo pasado.
Delaunay escribe que las mejores cualidades de las cohortes que llegan están indemnes, y las que no se han utilizado están disponibles y prestas a ser ejercidas. El punto de la edad del retiro del mundo laboral es uno de los que sitúa como referencia para afrontar lo que viene con una “filosofía nueva de vida y no una concepción de la vejez” y con un proyecto que –sea pequeño o grande– hay que ir preparando. Analiza desde el impacto en la economía y la generación de nuevo espacios de negocio, las pensiones y la necesidad de replantear la edad y las fórmulas de jubilación, y apuesta por un pacto generacional.
Pese al optimismo del análisis la empresa no es tan sencilla, y requiere de la toma de conciencia de toda esta generación, a la que se llama a darse mutuamente fuerza. El retiro debe prepararse, escribe Delaunay, con el mismo cuidado con el que se prepara la entrada en el mundo profesional
y hay que incluir en este nuevo proyecto vital a los “otros”, los amigos, los vecinos, hacer equipos, solidificar los vínculos. Convertirse en uno mismo “más allá del uniforme” que cada uno se ha puesto en el trabajo.
Luchar contra el edadismo, la discriminación por edad que impregna toda la sociedad.
Para ello, hay que defender un cambio en los medios de comunicación, la publicidad, las redes sociales, las campañas de todo tipo para dejar de vincular cumplir años con dependencia. Incluso en la dependencia también van a reclamar autonomía. La autora pone el foco en el debate sobre la jubilación. Considera absurdo un retiro laboral de fecha fija; propone facilitar la puerta de entrada laboral a los jóvenes para escribir unas trayectorias en el ámbito del trabajo que puedan ser flexibles sobre todo al final.
Con un promedio de vida de 30 años a partir de los 65, hay que replantear la jubilación con mayor flexibilidad.
El edadismo se observa en el mundo laboral cuando a partir de los 50 ya casi no se puede promocionar, y esto lleva al desaliento y al absentismo. En este punto hace hincapié Pau Miret para salir al paso de la pregunta tópica que siempre se hace: ¿y las pensiones? Con pre-prejubilaciones como las que se están viendo, con personas de cincuenta y tantos que se les retira del mercado laboral, dice, es absurdo hablar de baja natalidad. Son personas con plena capacidad para cotizar a las que se las aparta del mercado.
En torno a esta generación llamada a cambiar el concepto de la edad también está creciendo una economía: del disfrute, de los cuidados, de las relaciones, de los nuevos modos de vida. Y los poderes públicos tendrán que pensar cómo aprovechar todo este capital humano. Los boomers llaman a la puerta de su tercera vida con el lema, escribe la autora:
“Nunca nada para nosotros sin nosotros”